"King Gizzard & The Lizard Wizard publican su décimo octavo álbum de estudio, un salto más intrépido hacia lo desconocido en su carrera; una obra de diez canciones que tomaron vida como loops arpegiados compuestos en sintetizadores modulares, antes de ser convertidos en adictivo dream-pop optimista y absolutamente seductor. El álbum suena como nada hecho antes, pero, a su vez, es un sonido inconfundiblemente Gizz. Estamos sin duda ante el disco más accesible y jubiloso de su discografía. Creativamente, Stu Mackenzie describe el proceso del álbum como un "desafío grupal". La banda se adhirió a reglas que, al igual que las Oblique Strategies de Brian Eno, la colocó firme pero fructíferamente fuera de su zona de confort. En primer lugar, comenzaron a crear el nuevo material en equipos desconocidos para ellos, como los sintetizadores modulares. "Como no somos muy hábiles con ellos y no tenemos el conocimiento más profundo de estas cosas, tuvimos fallos felices...