En Heartmind, Cass McCombs entra en la fase de álbumes de dos dígitos de su carrera, un lugar cuantitativamente enrarecido para cualquier compositor; más raro aún, sin embargo, es el hecho de que todavía no parece haberse asentado en un sonido o patrón cualitativo, de cantar el mismo pensamiento dos veces (o quizás incluso una vez). Canciones como "Karaoke" son un estallido de perfección powerpop a nivel de dios, tan atractivo como cualquier cosa que Cass haya hecho. La guitarra staccato elástica, las teclas eléctricas vaporizadas, la melodía aparentemente nacida para cantar, aplaudir o bailar: Cass triangula una percha propia entre The Go-Betweens, The dB's y The Cure, y vibra allí, un faro. . Y luego, por supuesto, está la juguetona aunque dolorosa presunción lírica de la canción: el amante que está haciendo todos los movimientos sagrados del compromiso pero cuyos sentimientos pueden no ser más profundos o reales que los de alguien que simplemente lee la letra de "Vision of Love" o "